El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, Ef 5. 28,29
Era un día lluvioso, estaba sentado en el portal de mi casa y como cualquier niño de 7 años estaba planeando que aventura podía vivir en esa mañana. Fue entonces que vi un enorme conejo gris que corría asustado por el frente de mis vecinos, sin pensarlo dos veces salí disparado detrás de ella (pues luego supe que era hembra) todavía recuerdo todas las cercas que brinqué y los aruñazos que sufrí en mi épica aventura para dar caza a aquel “feroz” animal. Después de un rato, ambos estábamos bien agotados, un vecino me ayudo a acorralarla y encerrarla. ¡Que feliz me sentí cuando llegue a casa con mi presa en las manos! Preguntamos a los vecinos y nadie sabía de donde provenía por lo que me pude quedar con ella. La alimenté por unas semanas y luego mi papá, después de conversar conmigo, la vendió por el precio de 15 pesos (en el año 1981 eso era equivalente a 15 CUC), ¡Cuánta satisfacción ver todo aquel dinero! Mi mayor placer fue cuando me preguntaron que iba a comprar con él, caminé hacia mi mamá, puse el dinero sobre la mesa y dije: “Mira mami ahí tienes, dinero para la casa.” No puedo explicar cuán grande e importante me sentí en aquel momento.
Ahora lo entiendo, como hombres hemos sido creados para proveer y sustentar a nuestra familia. Siempre que cumplimos con esa responsabilidad el resultado va a ser satisfacción pues estaremos cumpliendo con uno de los propósitos de Dios para nosotros como hombres.
Preguntas
· ¿Está cumpliendo su función como proveedor de su familia?
· ¿Su esposa e hijos ven en usted al esposo preocupado y proveedor en todo momento?
Oración: Soberano Dios, dame capacidad y disposición para siempre poder proveer para la familia que me has dado.
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