Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá,… Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches. Ex 24:12,18
En tiempos antiguos el pueblo de Israel tenía a los montes como lugares santos y propicios para la adoración. Siempre que el pacto se leía a todo el pueblo se repetían las bendiciones y maldiciones en los montes Ebal y Gerizim. (Dt. 11:29) Fue en el Carmelo donde Elías vio descender fuego del cielo para consumir el holocausto, allí eliminó también a los profetas de Baal (1 R. 18:30–40). La Palabra subraya que el monte de Sion es el lugar a donde “envía Jehová bendición, y vida eterna” (Sal. 133:3).
Basta revisar el Nuevo testamento y lo confirmamos, el monte fue sinónimo de oración en la vida de Jesús, a menudo lo descubrimos a solas pasando tiempo con Dios en el Monte de los Olivos. Cuando eligió a los 12 discípulos (Luc 6.12), antes de ser crucificado (Luc 22:39)
Recordemos que el monte Sinaí era conocido como monte de Dios, allí Moisés se encontró con Él cara a cara, Dios le mostró su gloria e impartió revelaciones directas a su siervo y amigo.
Subir al monte no era sencillo, era necesario disposición, esfuerzo, compromiso, valentía. El pueblo de Israel pudo subir al monte y acercarse a Dios pero no lo hizo, tuvieron su oportunidad y el miedo les venció. Ex 20:18
Como cristianos debemos apartar nuestro tiempo, ceñir nuestros lomos y disponernos para subir el monte en busca de una cercanía más íntima con Dios. Esforcémonos durante los próximos cuarenta días.
Oración: Señor, durante los próximos cuarenta días ayúdanos a estar como Moisés, cara a cara contigo.
Preguntas:
¿Tienes establecido tus propios horarios de oración o esperas a tener tiempo libre para orar?
¿Entre las exigencias del día a día y el llamado de Dios a la comunión con él, qué colocas cada día en primer lugar?
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