Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará. Lev 6:12,13
En las zonas rurales de nuestro país todavía existen personas que prefieren cocinar con carbón o con leña. Cierto que este tipo de combustible natural tiene muchos inconvenientes: el hollín, el humo, la incomodidad de estar cortando la leña. Sin embargo el sabor de lo cocinado es algo incomparable. En estos hogares es común dejar algunas brazas en el fogón y añadir en las noches trozos de leña para que el fuego todavía este encendido en la mañana. Es precisamente lo que los sacerdotes tenían que hacer todo el tiempo en el altar, mantener el fuego encendido.
En la Biblia, en numerosas ocasiones, el fuego representa la presencia de Dios. En Éxodo 3:2 Dios se revelo a Moisés desde un arbusto ardiendo, cuando el pueblo de Israel fue sacado de Egipto una columna de humo lo guiaba por el día, pero en las noches era una columna de fuego: Ex 13:22. Cuando Moisés subió al monte a encontrarse nuevamente con Dios, el monte ardía: Ex 19:18. Elías en el monte Carmelo vio como Dios consumió el sacrificio con un gran fuego del cielo: 1 Rey 18:38. Los ejemplos sobran, lo importante en nuestra reflexión es saber que Dios mando a los sacerdotes a que mantuvieran el fuego encendido día y noche, no se podía apagar.
Siempre que aparece el altar en la Escritura es sinónimo de adoración, el fuego en cambio simboliza la presencia de Dios. Esa presencia debe de ser conservada por nosotros.
En 1 Ped 2:9 Dios nos recuerda que somos real sacerdocio, de manera que no podemos eludir nuestra responsabilidad, en nuestras vidas somos los encargados de mantener el fuego encendido, y en el hogar Dios ha puesto al hombre como cabeza o líder, es decir somos los sacerdotes de nuestra familia y los encargados de mantener el fuego encendido.
Esto implica responsabilidad, disciplina, compromiso, un entendimiento claro de que si el fuego se apaga, somos nosotros los que daremos cuenta de ello.
Atiza el fuego de tu devoción al Señor, que la llama no se apague en tu hogar.
Preguntas
· ¿Has pensado cuantas cosas te distraen de mantener atizado el fuego de Dios en tu hogar?
· ¿Qué harás para cumplir con tu sacerdocio en tu hogar?
Oración: Padre, que el fuego de la devoción a ti nunca decline en mi hogar.
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